En el actual mundo globalizado y altamente competitivo, uno de los mayores retos
en las organizaciones y en los directivos es lograr que sus recursos humanos “trabajen más como equipo”. Esta aspiración nace de una clara visión de las ventajas que tiene el contar con un equipo de trabajo que trabaje en forma sinérgica, donde los beneficios de trabajar unidos son mucho mayores que la suma de las partes.
Todos conocemos innumerables
ejemplos de equipos en diversas épocas y ámbitos de la existencia humana, que
han sido capaces de lograr cosas que parecían imposibles y sabemos que, aunque
seamos muy capaces individualmente, simplemente hay cosas que no podemos
hacerlas solos.
Como dijo Ray Kroc, el fundador
de McDonald’s, “ninguno de nosotros es tan importante como todos nosotros
juntos”. Y ese es el espíritu que muchos directivos quieren infundir en sus
equipos de trabajo.
Sin embargo, cuando uno empieza a
analizar el comportamiento de los recursos humanos en una organización,
rápidamente nos damos cuenta de que el concepto que muchas personas tienen con
respecto al trabajo en equipo no es que se trata, esencialmente, de “llevarse
bien”. Es decir, de que no haya demasiados conflictos.
Es verdad que la gestión efectiva
de los conflictos es una parte necesaria de cualquier esfuerzo de trabajo en
equipo. Sin embargo, la ausencia de conflictos no garantiza que los equipos
vayan a ser efectivos. Ni mucho menos que vaya a haber sinergia en ellos.
El factor determinante en los
equipos efectivos es que son capaces de coordinar acciones entre sus miembros,
logrando una “sincronía” entre sus pensamientos, acciones y reacciones. Y eso
es a lo que tenemos que aspirar. A la “sinergia” entre los miembros, de tal
forma que dos más dos sea más que cuatro.
Sin embargo, la sinergia es un
resultado. Es decir, es la consecuencia de lo que hacemos o dejamos de hacer,
más que algo que hacemos.
Para poder llegar a la
coordinación efectiva de acciones y la sinergia en un equipo, hay que pasar por
algunos pasos previos, para lograr ello existen diversos modelos, uno de ellos
es el Modelo Fundacional del Trabajo en Equipo, el cual establece una jerarquía
de pasos o etapas por la que pasan los equipos en su camino hacia la sinergia,
siendo éstos:
RELACIONAMIENTO:
Este es el paso más básico hacia
el trabajo en equipo. Es necesario que la gente se lleve bien, que no haya
grandes conflictos negativos, pero no es suficiente.
Una condición fundamental en esta
etapa es que se produzca una relación verdadera y sincera entre las personas,
es necesario que cada miembro del equipo conozca quiénes son sus compañeros en
la realidad, cuáles son sus características y preferencias y que aprenda a apreciar
las fortalezas y debilidades de éstas en distintas situaciones.
También es necesario que cada
miembro del equipo conozca muy bien cuáles son sus propias características y
preferencias, y cuándo éstas pueden convertirse en fortalezas o debilidades.
Que conozca qué es lo que puede ofrecer al equipo y cuáles son las áreas de
donde le podría venir bien algo de ayuda.
POSIBILIDADES:
Una vez que tenemos una relación
estabilizada al interior del equipo, es necesario entender cuáles son las
posibilidades que me brindan los demás miembros.
El conocimiento personal y de los
demás miembros nos permite empezar a ver cuáles son las posibilidades que nos
brinda el ser parte de este equipo específico. Qué es lo que puedo ganar si me
integro efectivamente en él. En qué me puede ayudar para avanzar en mis
objetivos personales o profesionales. Ello nos lleva no sólo a saber cuáles son
las fortalezas de las demás personas, sino también a apreciarlas.
OPORTUNIDAD:
Las posibilidades son
potencialidades. Es fundamental entenderlas, pero no podemos aprovecharlas si
no se transforman en oportunidades, en el trabajo diario de los equipos y las
organizaciones, las oportunidades son múltiples. Pero no siempre son
reconocidas.
Por lo tanto, es necesario
generar las conversaciones necesarias al interior de nuestro equipo para que
saquen las oportunidades a la luz, que permitan reconocerlas y apreciarlas.
ACCION:
Sólo cuando se junta una buena
relación con la visión de las posibilidades y el reconocimiento de las
oportunidades surge la posibilidad de coordinar acciones.
Si uno lo piensa bien, no tiene
ningún sentido tratar de coordinar acciones con personas que no ven ninguna
posibilidad u oportunidad a su disposición.
SINCRONÍA:
Este es el paso más avanzado. Muy
pocos equipos y organizaciones lo logran. Mucho menos son capaces de sostenerla
en el tiempo. Cuando hay sincronía, no es necesario coordinar las acciones. La
coordinación no sólo es natural, sino que es la única alternativa.
Podemos concluir que la esencia
para llegar a la sinergia y tomar acciones para acercarnos a ella es tener
conciencia de los pasos necesarios para alcanzarla, lo que, sin duda, nos
ayudará a mejorar el “trabajo en equipo” en nuestra organización.
Información recopilada por: Esp. Jorge Cortez, Ing